viernes, 18 de junio de 2010

Viernes dulces
Durante un año entero establecí un sencillo ritual con el menor de mis hijos. Cada mediodía, al salir del colegio, le ofrecía ambos puños cerrados. El elegía uno y abría la boca cerrando los ojos, entonces yo introducía en su boca el caramelo.
El ritual se mantenía cuando yo no podía acudir a la escuela a través de una tercera persona.
Acertó todas las veces, pues, aunque el no lo sabía, ambas manos contenían un caramelo idéntico en color, forma y sabor que se repetía según el día de la semana.
Los fines de semana utilizaba otro tipo de dulce cuyo color era diferentes para cada mano: blanco para la izquierda y negro para la derecha.
Nunca le dije que una de las manos estuviese vacía, pero tampoco lo contrario. Desde el primer día le ofrecí ambas puños en silencio y el al acertar siempre sencillamente perdía el interés por el otro puño cerrado.
Después de pocas semanas el limón, sin ser el favorito, era el más deseado: su sabor convertía en fin de semana los días siguientes.
Con los caramelos desechados confeccioné, como un espejo, dos calendarios, uno de cada mano.





Papel fotográfico sobre dibond cristalizado
120 cm x 70 cm

Mano derecha


Papel fotográfico sobre dibond cristalizado
120 cm x 70 cm


Mano izquierda



Adaptaciones editoriales
Revista Cultura's. 24 de noviembre del 2014
'LaNación', Argentina. Noviembre del 2018






Acrílico, óleo, técnica mixta, collage, bordado, ordenador... Estos trabajos de los alumnos de mi curso 'Infografía creativa: entre ...